viernes, diciembre 9

"El solo le arruinó la vida" o "El sólo le arruinó la vida" ¿Parecen frases idénticas no creen? Qué cómico resulta el pensar que una rayita sobre alguna letra pueda cambiar todo el sentido de una oración. En el primero decimos que el, sin ayuda de nadie le arruinó la vida a llamémosle sujeto "X". En el segundo ejemplo, en cambio, nos referimos a que lo único que hizo fue arruinarle la vida, sin realizar otra acción. Pongámonos en otra situación:

Nos pondremos en el lugar de Pedro. Supongamos, que un día, estamos caminando tranquilamente por la calle, cuando de repente nos enteramos que nuestro amigo, llamémosle Ricardo está en un estado bastante grave. Se encuentra internado de urgencia ya que le descubrieron piedras en su único riñon, el nació con uno nada más.Su esposa, Felicitas, le pide a nuestro protagonista, Pedro Raúl Poncio que si podía ser un posible donante del órgano que falló (riñon)  y de sangre, para la operación. Siente confianza al pedirnos a nosotros ya que nos ve como una persona sana, y que Pedro conoció a Ricardo a los cinco años y fueron mejores amigos desde esa misma fecha.

Pedro, sin poderle decir que no, acepta. Pero no está dispuesto a donar ningún riñon, ya que sabe que el sufre de Enfermedad poliquística del riñón (PKD), y que no es capaz de donarlo; pero está sumamente dispuesto a donar sangre. 

En la sala de operaciones, antes de comenzar con la anestesia, le piden firmar una planilla autorizando lo que se va a hacer. Pedro no tiene familiares y su casi único amigo en el mundo es Ricardo. Por eso, sin dudarlo ni pensarlo un segundo escribe:

"No estoy de acuerdo con donar un riñón para el señor Ricardo José Campos, ya que no soy capaz de hacerlo. Por otro lado, estoy completamente de acuerdo en que yo solo donaré sangre para el susodicho".

Los médicos brindan la anestecia (ya que no iban a poder pinchar a Pedro sin ella, el le teme mucho a los pinchazos), antes de comenzar releen lo escrito anteriormente por Pedro Raúl. En esa planilla decía, que el no iba a donarle el riñón que necesitaba, pero que si donaría la sangre. No solamente donaría la sangre, sino que el sería el único donante de sangre. A los médicos les llama un poco la atención porque les había parecido leer que tenían varios donantes de sangre para Ricardo, pero trás entender que tenían una relación afectuosa muy grande continúan con todo. También les resulta más coherente que no done el riñón luego de leer el miedo que tenía acerca de todos los elementos del hospital, como el visturí, las pinzas, las agujas. Con empeño y cautela, le sacan más del triple de litros de sangre de lo esperado por Felicitas. Y luego van a la otra sala, donde habían encontrado un donante de órganos para Pedro. 
Gracias al donante anónimo, y a Pedro, pueden terminar el transplante de Ricardo con éxito.
Al despertar, Pedro se siente con muy pocas fuerzas, y al mirar para su derecha está su fiel amigo, Ricardo parado junto a él. La felicidad de Pedro es tan grande que casi no nota su extremo cansancio y su dolor inexplicable. 
La estadía de Pedro en el hospital se torna más larga de lo esperado, ya que empieza a presentar síntomas que los médicos no podían comprender.
Pedro se encontraba muy débil, muy por arriba del promedio que se había hecho para los donantes de esa cantidad de sangre. 
Al pasar unos cuantos días más Pedro muere.
Los médicos comprenden que Pedro sufría de una enfermedad en sus riñones, y que por eso no había querido dar uno los dos. Que el lo sabía bien. Pero que igualmente quiso ayudar a Ricardo.
Le habían sacado demasiada sangre para su estado, de haberlo sabido antes no se lo hubiesen permitido, aunque eso no fue directamente la causa de su muerte. Al perder tanta sangre, quedó muy débil, y luego se había expandido su vieja enfermedad.
Ricardo, sin comprender, pasó horas, días, semanas, hasta poco menos de un mes, con muy poca actividad, comiendo lo necesario y no más, llorando y rezando por su amigo cada noche.
Pero después de este lapso de tiempo, le quedaban dudas todavía acerca de cómo su amigo tomó tan mala decisión de donar si no estaba bien ni como para cuidarse el mismo. Pedro siempre había sido el más inteligente del curso, y su padre, cuando todavía vivía ejercía como médico en un gran hospital del barrio donde vivían. Allí Pedrito jugaba todas las tardes y hasta aveces iba también Ricardo cuando eran más grandes para pedirle dinero al padre de Pedro, entre otras cosas. Cuando no estaba con Ricardo, Pedro estaba con su padre en el hospital, y tenía bien claro todo lo que tiene que ver con ese ámbito.
Algunos decían, que en 2 años iba a poder hacer la carrera que todo mundo hace en 7, ya que había muchas cosas que sabía muy bien de por sí.
Por todo este asunto, Ricardo sospecha. Pregunta. Averigua.
Pide testimonios de todos los que hayan hablado con el ese día. Y al no conseguir buenos resultados, ya que todos estaban segurísimos de haberle visto una sonrisa en la cara y mucha seguridad, va al hospital. Allí pide la hoja que había firmado Pedro.
La analiza. Pedro siempre había sido más inteligente que Ricardo en todo lo matemático y la medicina, pero nunca había tenido una ortografía y léxico muy bueno, caso contrario, Ricardo si.
Lee, y relee, cuando: Voilà!
Lo encontró, Pedro se había equivocado, el estaba muy seguro que fue eso.
Había puesto que: "El solo donaría la sangre para el trasplante", que nadie más lo ayudaría, pero quiso poner   que: "El sólo donaría la sangre" que del riñón no se podía hacer cargo.
Ricardo se detiene a pensar mirando la pared. En este mismo momento se encuentra feliz por descifrar la verdad, triste por el destino de su mejor amigo en el planeta, enojado por el error, melancólico por el pasado. Una rayita, un tilde, un simple error ortográfico de acentuación había matado a su amigo. Aunque ya sabe toda la verdad Ricardo sigue sin creerlo. 
Felicitas está muy triste también, ella no conocía mucho a Pedro, pero la desmorona ver a Ricardo así. No sabe que hacer, por lo que decide ir a quedarse unos días en casa de su madre.
Ricardo pasa varios días viviendo como si fuese un robot, con la mirada perdida, caminando sin cesar alrededor de la mesa por la mañana, toda la tarde sentado mirando por la ventana a su pequeño patio. Su vida había perdido el sentido, ya no podía vivir así. Explota en llanto, rompe la copia que amablemente la secretaria del hospital le había hecho del papel que entregó Pedro antes de donarle su sangre.
Ahí recuerda que el llevaba varios litros de sangre de su amigo, y que el podía seguir viviendo en una pequeña parte en el, así que ya no eran dos personas, era una sola.
Lo vuelve a pensar y nota que lo que había pensado antes ya no tenía mucho sentido.
Ahora se odia a si mismo, por no ser tan inteligente como Pedro, por no haber podido salvar a Pedro como el lo había hecho, por no haber aprovechado cada momento con el, por haberle mentido las últimas veces que le había propuesto ir a jugar a la pelota para irse de fin de semana con Felicitas a conocer Taiwan.
No sólo Taiwan, su casa, su vida, su sangre, su gato, ni nada más tienen sentido ya, sino que ahora también ya no encuentra el sentido de comer todos los días, de dormir, de vivir.
Como si todo no pudiese  estar peor, empeora aún más. Ricardo, en su fructífero esfuerzo por conseguir hallar el sentido de vivir sin alguien con quien había vida aproximadamente toda su vida, mínimo todo lo que recuerda, y buscando una tijera para poder abrir el sobre de jugo, poniéndole un toque de color a su vida, aunque siente que ni con mil de esos podía volver a conseguir ese color pasado. Abre un cajón y encuentra cartas, remitente: Hernán Gastón De la Roca. Le suena familiar el nombre. Había miles, y todas dirigidas a Felicitas. Se siente un poco anonadado, Felicitas nunca le había contado que tenía un amigo por carta, también se siente estúpido y distrído por no haber notado inmensa cantidad de papel en el cajón de su propia cocina. Era como si alguien lo hubiese dejado apropósito ahí como tirando una señal.
A pesar de no ser para nada chusma, las lee. No tenía nada mejor que hacer, y no tenía forma de preguntarle a Felicitas, ella seguía en lo de su madre, y no tenían teléfono allí.
Después de corregir mentalmente muchas faltas ortográficas de las cartas, que no le permitían pensar. Se da cuenta que este tal "De la Roca" tenía una relación amorosa con Felicitas, con su felicitas. Se siente estúpido por no haberlo notado antes, pero más estúpido aún por tener que releer una y otra vez las cartas para darse cuenta. Si Pedro hubiese estado allí seguramente de la primera lo hubiese notado.
A continuación, regala a su gato con el collar, su cucha, el plato, y todo lo que le había comprado últimamente a la pequeña vecina de enfrente, una nena de 8 años que siempre a querido uno, pero sus padres no tenían suficiente dinero para adquirirlo en una veterinaria.
Quema su álbum de fotos del casamiento con Felicitas en el patio. Las llamas aunque lo sofocan no le incomodan mucho más que el dolor que tenía dentro de sí, hacía demasiado calor en esa casa, ese había sido uno de los veranos más calurosos de los últimos 20 años. Para colmo, su patio era demasiado pequeño, y todo recubierto de baldosa, sin un centímetro de jardín. Eso no le gustaba ni un poco a el. Pero a Felicitas si, ella no soportaba las plantas, era alérgica a las flores, y le tenía fobia a los cactus, por una experiencia de joven.
Al no saber que más hacer, y sentir que su vida no tiene más sentido, decide matarse, pero no quiere ahorcarse, ni tampoco posee un revolver.
Compra cianuro, el método que mejor le pareció. Y sin dudarlo se lo toma de un sólo trago.

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